Las 55.000 personas que llenaron el Centenario vieron el último ensayo de un equipo que no tiene miedos en decir qué quiere conseguir en el Mundial. Nadie sabe cómo le irá a Uruguay pero sí se sabe a qué ira la Celeste. El plantel que le devolvió la selección al pueblo, el que no mide riesgos a la hora de pelear dentro y fuera de la cancha, va a Rusia por lo máximo.
En un partido en el que Tabárez puso un equipo muy parecido al que jugará en el debut ante Egipto, Uruguay le ganó 3 a 0 a Uzbekistán. Por más festivo y amistoso que fuera el partido, la Celeste se lo tomó en serio. Sobre todo los delanteros. Suárez y Cavani jugaron con intensidad, discutieron con los rivales, le reclamaron al árbitro.
Salió Uruguay con Maxi Pereira por el lateral derecho en lugar del lesionado Guillermo Varela, Josema y Diego Godín como centrales y Martín Cáceres sobre la izquierda, en el medio aparecieron Bentancur, Vecino y Nández, De Arrascaeta fue el enganche y arriba estuvieron Suárez y Cavani.
Uzekistán peleó el partido, pegó algunas patadas fuera de lugar e intentó defender con solidez. Pero fue un rival débil que nunca estuvo a la altura de la selección.
De nuevo la Celeste buscó salir con la pelota dominada y con Vecino y Bentancur como ejes en el mediocampo.
Iban 32 minutos cuando Suárez y Cavani generaron un ataque que terminó con un tiro al ángulo de De Arrascaeta. El volante reconfiguró el juego de Uruguay desde su rol de enganche, con libertad para moverse y pisar el área rival.
A los 53 minutos Suárez de penal anotó el 2 a 0.
Los cambios no modificaron las condiciones del partido. Uruguay tenía claridad para manejar el balón y variantes para atacar. El equipo mantuvo la disposición táctica y llegó al tercer gol con un cabezazo de Giménez a los 73.
Ahora viene lo mejor. Viaja a Rusia un equipo que se ganó el derecho a soñar y a que el público crea en su sueño.
